domingo, 12 de abril de 2009

Usemos la cabeza

En un país todos somos culpables. Digo esto al plantearme nuestra historia y nuestro futuro. La cultura que nos caracteriza es parte inherente de nosotros. Los hábitos que desarrollamos con el tiempo nos definen y puede ser muy malo para una sociedad la repetición de errores que perduran.
Debemos aprender a detectar nuestras falencias y reconocer que todo se relaciona y que es muy fácil culpar al otro cuando no se asume la propia debilidad. La Argentina fue siempre el país de la queja, nos quejamos hasta de la brisa de otoño y el rocío sobre el pasto, el tango"Cambalache" es un claro ejemplo: "El mundo fue y será una porquería ya lo sé...." Esta negatividad generalizada tiende a condenar de antemano nuestro futuro próximo.
Observo que la gente no tiene criterio propio ni curiosidad por las cosas que transcurren diariamente. Me refiero a la necesidad de investigar los hechos que nos preocupan y que a menudo criticamos sin fundamento alguno y repitiendo palabras de otros como autómatas.
Esta repetición de subjetividades y negatividades masificadas muchas veces por los medios de comunicación hacen que nuestro ingenio se anule y optamos por el facilismo de la copia que no reconocemos como tal. Lo llamo pensamiento masificado. No adoptemos posiciones imitativas, no repitamos como loros lo que dijeron en la radio o en la televisión. No creamos todo lo que nos dicen, no seamos cómodos. Para que un país crezca y para poder cambiar algo de una vez por todas hay que aprender a pensar por uno mismo, a investigar, a indagar, a perseverar y sobre todo hay que aprender a escuchar. Hablar sin fundamentos es de mediocres, de facilistas, de parlanchines.
El mundo va a cambiar cuando finalmente usemos nuestro propio cerebro y dejemos de transmitir las noticias y opiniones de los demás. Sería un buen comienzo ¿no les parece?. Hablar por hablar no es una buena idea.

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