Siempre tuve la disposición de enseñar a otros y encuentro una gran satisfacción en ello además de sentirme útil. Es un mérito aprender pero también el saber enseñar. A veces tenemos que empezar de nuevo cuando ya habíamos terminado algo. En cierto aspecto de mi vida estoy empezando de nuevo y me hace falta un buen maestro. Sí, la experiencia enseña pero porqué no ayudarla con un poco de sabiduría externa. A veces tengo miedo pero sé que ese miedo no me beneficia y trato de sobreponerme para enfrentar un camino nuevo que quizás no sea lo que soñé pero es un cambio que debo hacer para crecer. Cuando enseñamos debemos dejar sentado que estamos dispuestos a recibir todo tipo de preguntas y también preguntas reiteradas, repetidas. Para el que enseña en cualquier disciplina, la humildad es el elemento primordial y dar por hecho que se está abierto a responder ante cualquier duda. La antipatía no tiene cabida en un aprendizaje pues se entorpece el intercambio cuando el que aprende siente temor de preguntar algo.
El conocimiento libera y da poder a algunos que así lo utilizan. Yo sólo quiero tomar un nuevo conocimiento, no por poder ni absurdas banalidades de la mente sino por transformarlo en un bien útil para mí y los que lo necesiten y me necesiten. Porque un conocimiento no compartido es un conocimiento definitivamente perdido.
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